Apropiación, territorialización de las prácticas colectivas
Ahondar en la apropiación es entrar en una mar de diferentes concepciones, de allí la complejidad que adquiere. A pesar de ser un concepto ampliamente desarrollado por diversos autores, se coincide en que es un fenómeno relacionado con la construcción social del espacio desde modos de interacción más eficaces y adecuados. Es decir, que se parte de la idea de que la apropiación es un elemento que articula la noción de espacio publico y de participación ciudadana.
La apropiación como término, según Lefebvre (2012), dista del concepto de propiedad, reconociendo que tiene más que ver con la adaptación de un espacio a un uso diferente al que ha tenido originalmente, teniendo que ver con la desviación de su función por no estar ajustada a la que se requiere o se necesita.
Un sitio, una plaza, una calle y en definitiva cualquier espacio urbano de carácter público, es susceptible a ser apropiado si morfológicamente y funcionalmente no atiende los propósitos de la comunidad, inclusive, un espacio vacante o sin uso aparente también puede apropiarse, entendiéndose como una posibilidad para la nueva producción de espacio público (Lefebvre, 2012). Existen casos en donde esto se ejemplifica: Campo de Cebada y Esta no es una plaza, son dos ejemplos de gran notoriedad en España, ambos localizados en dos barrios de gran importancia en Madrid, La Latina y Lavapiés respectivamente, caracterizados por ser solares cuya propiedad es de la Junta Municipal, pero que fueron adaptados para ser usados por la comunidad; el primero, Campo de Cebada, con un uso de espacio público cultural mientras se llevaba a cabo la ejecución del proyecto de un polideportivo; el segundo, un solar destinado a ser una plaza autogestionada por la comunidad.

Fuente: realizado por la redactora, 2019 (izq.) / Esterni (der.).
Hay que destacar como una variable fundamental dentro de la apropiación, es el tiempo y debe entenderse que depende del mismo y que se ve condicionado por su flujo y por los cambios en los ritmos de vida y en la dinámica del lugar. Es decir, la apropiación conlleva tiempos, ritmos, símbolos y prácticas, y debe entenderse como un proceso realizado por un grupo para servir a sus necesidades.
La apropiación puede ser visto no solo como un fenómeno, sino como un proceso, que cuenta con etapas, momentos o fases. De la revisión de diferentes autores y de un análisis exhaustivo, se puede llegar a simplificar esquemáticamente como un proceso de carácter lineal con repetición de momentos, constituido por unas posibles etapas que se describen a continuación:
- Identificación del individuo con el espacio, relacionado con las vivencias, experiencias y los usos que se le han dado al espacio a lo largo del tiempo, que le han brindado cierto carácter y sentido de uso. Esta fase o etapa se repite, es decir, tiene un segundo momento posterior a la ocupación temporal. En el momento que las personas hacen uso del espacio, se le imprime al lugar otro sentido, otra capa de significado, adquiriendo el lugar mayor importancia entre las personas.
- Ocupación temporal del espacio, que viene dado por las actividades que se desarrollan y los usos que le dan los individuos al espacio.
- Formalización de la ocupación, es un paso hacia la apropiación, es decir, la ocupación continuada del espacio. Es el momento en que las personas que cuidan, mantienen, velan por el buen uso del lugar, formalizan esa clase de “autogestión” a través de la creación de una entidad formal y jurídica, que tiene un peso importante ante el gobierno local. Esto, dependerá del estatus legal del espacio ocupado (si es propiedad pública o privada).
- Transformación, entendida como el accionar, es la etapa de continua adaptación física del espacio en pro de las aspiraciones, deseos, necesidades y requerimientos de los usuarios.

Fuente: elaborado por la redactora, 2019.
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