El titanio es un metal abundante en la naturaleza, proveniente principalmente de óxidos localizados en las escorias de algunos minerales de hierro.
Las industrias aeroespacial y química fueron pioneras en su utilización, beneficiándose de las magníficas propiedades de este material, hasta finales del siglo XX, cuando el titanio irrumpe con fuerza en el mundo de la arquitectura, materializándose en el Museo Guggenheim de Bilbao de Frank O. Gehry, una de las obras más vanguardistas del siglo, convirtiendo al titanio en un símbolo de contemporaneidad, que irá proliferando en muchas obras posteriores.

Fuente: Wikimedia
El incremento de uso del titanio en la arquitectura no se reduce a una componente meramente estética, sino a unas cualidades físicas muy potentes, como su gran ligereza –el titanio se materializa en hojas muy delgadas de 1.35-1.8 kg/m2-, su elevada resistencia a la corrosión atmosférica y un coeficiente de dilatación térmica muy bajo –la mitad que el del acero inoxidable-. Además, se trata de un material considerado incombustible, así como totalmente reciclable y que no se degrada, por lo que el coste en mantenimiento es prácticamente nulo.
Este material presenta además una gran versatilidad de usos, ya que puede utilizarse no sólo como material de revestimiento en fachada sino como acabado en interiores –principalmente en techos-, como revestimiento de elementos estructurales, en esculturas y en otros campos directamente relacionados con la arquitectura, como el diseño.
Aunque las hojas de titanio pueden adquirir la forma que se desee, desde el punto de vista constructivo, el Museo Guggenheim de Bilbao muestra la necesidad de utilización de diseño asistido por ordenador para la definición de las formas complejas tanto de la estructura como de las placas, que se colocan sobre una estructura metálica a modo de revestimiento, uniéndose mediante grapas de acero inoxidable.

Fuente: Ferrovial Blog

Fuente: Guggenheim Bilbao
Los efectos estéticos que producen las láminas de titanio se deben a sus propiedades físicas, y se materializan en diversas texturas metálicas, generando reflejos con diversas gamas cromáticas. El material aporta al edificio un carácter homogéneo, pero los efectos lumínicos le aportan heterogeneidad y dinamismo a los diseños.

Fuente: Wikiarquitectura
En este otro ejemplo, Daniel Libeskind utiliza el titanio como revestimiento de volúmenes muy geométricos y definidos, con el objetivo de reflejar la luz del paisaje y aportar un carácter innovador y homogéneo.

Fuente: Studio Libeskind
A pesar del elevado precio del titanio, su utilización ya no sólo se limita a edificios monumentales de carácter cultural o institucional, sino que ha ido trascendiendo a otros sectores, como el residencial, donde el titanio plantea un nuevo lenguaje y conceptos como la privacidad y la eficiencia energética.

Fuente: Architectural Titanium
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