
En un foro sobre patrimonio una señora -anónima para mí- dijo (y léase con tono crítico) refiriéndose a usos en la ciudad y rehabilitación:
“Al final se va a llenar el centro de las ciudades de comercios y hoteles”
Ponentes y público asintieron.
Posteriormente algunos ponentes coincidían en la relevancia de realizar ejercicios de análisis que permitieran el desarrollo de nuestra ciudad y, al mismo tiempo, protegieran nuestro patrimonio. ¿En función de qué? Pues de un análisis profesional, social, económico (y político, por qué no) de las necesidades reales de acompañar al término ciudad con acciones generales –desarrollos urbanos sostenibles- y con actuaciones más quirúrgicas–intervenciones puntuales en inmuebles.

Pero los asistentes continuaban: qué malos son los hoteles, qué malo es el comercio…
Constato que se nos ha metido en la cabeza que ahora todo ha de ser solo social. Y que un hotel es para la élite, y que un comercio es sólo para los ricos.
Y no.
Pongo en duda a aquellos que se etiquetan de sociales por ir en contra de una tipología arquitectónica concreta y de un uso. El uso no es Satán per se. El uso depende de la posibilidad de cubrir una necesidad y de sobre ésta debemos de dar la mejor solución técnica y estética viable.

¿Barcelona necesita más hoteles?
Primera respuesta: No.
Segunda respuesta: Espera. ¿De qué tipo? ¿Cómo está su planta hotelera actual? ¿Se puede reconvertir? ¿Qué segmentos o categorías funcionan mejor, donde hay cabida? ¿Dónde no la hay y hay que poner cota? ¿Cota ya o un Plan Director de futuro? Y así hasta que una pregunta traiga otra y cada respuesta encadene una duda a solventar; y, con todo solventado, se tenga una respuesta.
Los hoteles se han expandido en Barcelona porque ese ha sido el modelo de ciudad que se ha desarrollado, seguramente con escaso criterio de futuro. Y eso que hemos visto sobre hoteles en Barcelona es extrapolable a cualquier uso.
En resumen: los hoteles son malos, porque soy social. La vivienda protegida bien, porque soy del pueblo.
Pues mal. Una vivienda protegida en Brunete, donde ya está construido todo para unas 7 generaciones, es un dislate. Por el contrario, un hotel, si tiene sentido y es viable, proporciona un servicio que es polo de atracción de turismo, que puede ser regenerador social y urbano y crear empleo directo e indirecto, que puede hasta ayudar a hacer ciudad y a llevar a gente hacia zonas que necesiten de desarrollo. O todo lo contrario, pero que al menos se estudie sin elementos preconcebidos. Tan malo es un capitalista sin freno como un anticapitalista sin criterio.

Para eso hace falta quitarnos vendas ideológicas de los ojos y pensar con capacidad analítica, técnica, profesional, social y arquitectónica.
Creo que en un momento en el que vemos cambio, éste debería de hacernos volver a un pensamiento más científico, más cerebral, menos de afinidad. Menos Madrid o Barça, menos izquierda o derecha, menos campo o playa, menos Calatrava o Foster. Solo el rigor de que lo necesario es lo que debe hacerse; y sólo por eso, porque es necesario.
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